Uno es rectitud y el otro es engaño, simplemente porque cuál es el pensamiento en el corazón del hombre tal es él (23:7), además (Lc 6:45). Si el hombre es impío entonces sus pensamientos no serán correctos (24:9), no serán guiados por la Palabra, y por lo tanto serían malos consejeros, le engañará pensando que lo malo es correcto, sufriendo las consecuencias. Pero el justo, con una mente transformada, que busca someter sus malos pensamientos a la Palabra, preferirá lo que es correcto y así ordenará sus pensamientos, su consejo será entonces en rectitud.
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